sábado, 27 de septiembre de 2008

SEGUIME CHANGO SEGUIME VOL III


Me levanté a las 6 cuando el amanecer todavía estaba en transe, cuando de tanto silencio cualquier ruido retumba del techo al piso; sabiendo de antemano que me esperaba un día extenso.


Después de meses sin trabajar de renegar contra la falta de oportunidades, de estar cansada de buscar sin sentido, por medio de una amiga de la madre de una amiga (llegué a la conclusión de que no somos nada sin un contacto, para todo tenes que tener un contacto, hasta para la cosa más irrisoria, pero en fin eso será un capítulo a parte) conseguí algo parecido a un trabajo. Digo parecido porque si entro en detalles no tenía nada a favor, salvo que estaba más o menos ligado a mi humilde y difícil profesión ( a esta altura me pregunto porque no fui maestra jardinera por lo menos con los chiquis y los papis estaría ganando más plata que siendo Licencia en Comunicación Social y la mar en coche). Si fuera maestra podría decir que el trabajo entraría en la familia de palabras del periodismo, a saber; una revista con 30 años de antiguedad sobre publicidad de insumos gráficos.


El viento me empujó hasta la parada del 129, era tan temprano que la autopista Bs As- La Plata estaba casi desierta. Mientras el principio de inercia se empecinaba en tirarme hacia los costados en cada frenada ( porque el camino estaba libre pero adentro del bondi había gente apilada hasta en el portaequipaje) pensaba en que todavía me faltaba tomar un subte y caminar como 7 cuadras; lo mismo para volver y lo mismo todos los días de mi vida. El subconsciente hizo maravillas para convencerme de que todo eso era lo mejor que me había pasado en el último tiempo.


A las 8:45 estaba en la puerta de la oficina. Era un edificio grande, los vidrios reflejaban mi imagen por triplicado, a la derecha de la puerta un cartel desteñido anunciaba : "SE BUSCAN EMPLEADOS PARA TAREAS ADMINISTRATIVAS GENERALES" , primera señal de que algo no estaba bien. Según la propia dueña del lugar ella no estaba buscando gente pero me llamó porque la empleada que tenía no era eficiente.


Lucia tenía unos cincuenta y largos años, el pelo rubio furioso a la altura de la nuca dejaba a las claras el trabajo en vano de trasnformarlo en lacio. Las cejas dibujadas sobre los ojos le quitaban expresión a la cara mientras los labios con colágeno y mal pintados terminaban de coronar un aspecto poco feliz.


Cuando intentaba tocar timbre un ruido a llaves me sorprendió. Ahí estaba mi futura jefa con unos zapatos marrones pasados de moda y un saquito rayado sobre la camisa de bambula blanca. El saludo cordial fue el puntapié para el diálogo mientras una escalera extensa me invitó a subir.


A los pocos minutos alguien me mostraba el lugar. Eran 4 pisos enormes, maquinas, fotocopiadoras, baños, muchos baños, dos cocinas ,un ascensor, oficinas, una sala de conferencias enorme, una mesa de pool que aún conservaba su envoltorio, una batería roja flamante, escaleras y más oficinas. Ni una persona.


Las telarañas y el polvo de años me llamaron poderosamente la atención, solo el primer piso tenía rastros de ser habitado. En la mesa de la cocina un salero por la mitad y un paquete de yerba CEBESÉ de naranja parecían objetos de otras épocas; épocas en las que en ese lugar trabajaba gente.


Pasaban las horas y ya me había aburrido de archivar papeles y fichitas entonces el instinto del periodismo de investigación se apoderó de mí. Entré en el sistema de la empresa y comprobé que en un período relativamente corto hubo muchas empleadas, al mismo tiempo que encontré altas y bajas de personal en la AFIP en los últimos meses ¿Altas y bajas? ¿de quién? Sí no había nadie.


Siguiendo con mi curiosidad le pregunto a mi único compañero a quienes correspondían los números internos de teléfono a lo que en un acto total de descuido respondió:

-Ah no sé, como acá pasa tanta gente ni me acuerdo. Como acto reflejo se da vuelta y me mira. Con el ceño fruncido y cara de preocupación le digo,

-Ok, después consulto.


Eran las dos de la tarde y no encontraba ni un vaso para tomar agua, me habían dejado sola con la persona de seguridad. Mario un hombre de unos cuarenta y ocho años un poco tímido pero muy amable. Decidí salir y respirar aire fresco, me compré una coca Light en un supermercado chino mientras pensaba en porque no había agarrado todas mis cosas para nunca más volver.


Una vez terminada la hora del almuerzo llegó otro compañero, un pibe joven con un bozarrón indiscreto. Como si nada tira una mochila negra sobre el escritorio, me mira como si fuese un mueble nuevo o una planta se da vuelta y se sienta .


Marcelo se incorpora y me informa que es el hijo de Lucy. Acto seguido me paro, me presento y lo saludo. EL pibe me sacó una radiografía ocular y solamente respondió


-Hola, si me dijo mi mamá que venía alguien. Eso sí ni me digas tu nombre porque no me lo voy acordar.

Suspiré lo más profundo que pude, conté hasta un millón al mismo tiempo que hice un calculo sencillo: La dueña es la madre, ¿quién no se acuerda del nombre de su mamá? Marcelo según me dijo hace más de 25 años que trabaja en el lugar, así que lo conoce. Después estaba él y sería el colmo que uno no supiera su propio nombre y finalmente estaba yo. Que si bien en toda mi vida me han dicho desde Jorgelina a Carolina todo lo que se le parezca, Evangelina hoy en día gracias a Evangelina Salazar y Evangelina Anderson y la Evangelina de Lost es un nombre fácil de recordar. Entonces este pibe ¿quién carajo se cree que es? el dueño de MICROSOFT que tiene un millón de empleados.

Fueron las diez horas más largas de mi vida. A las siete de la tarde doña Lucia se había ido al club, el hijo mal educado hablaba con la novia por teléfono, Marcelo agarró la campera, las llaves del auto y se fue. Yo miré para todos lados junté mis cosas y bajé la escalera corriendo. Cuando salí no sabía si reírme, llorar .


Después de dos horas de viaje llegué a casa, colgué la cartera en el perchero y me fui a bañar dejé que el agua de la ducha me enfriara la cabeza y traté de no pensar. Cuando faltaban 15 minutos para que comenzara mi cumpleaños me acosté; casi ni dormí, me levanté puse TN y espere minuto por minuto a que fueran las nueve, agarré el teléfono, marque los 8 dígitos y escuché el tono.


-Hola Sra, Lucía? Buen día habla Evangelina, quería informarle que le agradezco mucho pero no voy a continuar con el trabajo.

Así pasé de vuelta a la desocupación sin pena ni gloria con más bronca que antes con otra experiencia sobre los hombros y con un año más.






martes, 16 de septiembre de 2008

20 DIAS No SON NADA


En menos de veinte días encontré trabajo, renuncie,cumplí años, me tatué. volví a encontrar trabajo y se me viruseo la PC. Por eso, entre otras cosas, hace tiempo no actualizo este blog.

Después de meses de quietud el viento me fue arrastrando hasta acá.

Pero todavía sigo buscando un horizonte mejor; cuesta más de lo que deseamos encontrar ese maldito lugar al que todos llaman futuro.

Por el momento me dejo llevar, veré lo que me depara el destino.... si es que tengo.

De paso, si lo ven por ahí, digánle que hace tiempo lo estoy esperando.
ANOTACION
Lo de la renuncia al trabajo (dure un día) merece un posteo especial, juro que en cuanto tenga mi maquinola en casa lo voy a escribir.