miércoles, 16 de noviembre de 2011

PEARL JAM


ROCK PARA LOS DIENTES

Después de 6 años y en el aniversario Nº 20 del nacimiento del Grunge y los mismos de existencia de la banda Pearl Jam aterrizó en suelo argento por segunda vez en su historia

Así como las eras geológicas, las guerras, la evolución (involución) de la humanidad, los grandes descubrimientos y hechos históricos fueron marcando hitos en la construcción del mundo entero; los movimientos sociales, las expresiones artísticas y las diversas corrientes musicales acompañaron y nutrieron este intenso recorrido de miles de años. El rock, el blues, el soul, el heavy metal, hard rock, el reggae, el punk tuvieron su origen en un contexto socio histórico particular y desde su nacimiento marcaron tendencias para nunca más parecer.

En los 90’ cuando parecía que la música seguía nutriéndose de aquellos inmortales estilos Seattle, EEUU, fue la cuna que vio nacer a un nuevo movimiento que se consolidaría con fuerza. La popular Generación X; espíritus adolescentes, riffs furiosos, letras oscuras, pantalones anchos, camisas a cuadros fueron la mixtura que originó una nueva revolución musical: GRUNGE. Movimiento que dio inicio a grandes bandas como Nirvana, Soundgarden, Stone Temple Pilots y Pearl Jam.

Pearl Jam se formó en el año 1990, después de la desintegración de Mother Love Bone; la formación original del grupo estaba formada por Eddie Vedder (voz), Jeff Ament (bajo), Stone Gossard (guitarra rítmica), Mike McCready (guitarra principal) y Dave Krusen (batería). El baterista en la formación actual y desde el 98’ es Matt Cameron (Soundgarden). Su álbum debut TEN los llevó a la cima de una fama abrupta con la cuál se enfrentaron durante muchos años, a la que trataron de combatir enfrentándose a muchos de los clichés del establishment rockero, marcando diferencias y tendencias contra un sistema embriagador que nunca logró seducirlos. Fueron conocidas sus luchas contra el monopolio Ticketek, el perfil bajo de un Eddie Vedder entre tímido y lisérgico tratando de custodiar su vida común y corriente.

20 años después con una decena de discos editados, una carrera lúcida, un poco más amigados con la industria musical, con las raíces y el vigor intactos son el referente fundamental de aquella corriente que supo arraigarse a la historia de la música para siempre.

De aquella primera visita que los trajo en 2005 resultaron dos shows para la historia en el Estadio De Ferrocarril Oeste. 14 años de espera valieron la pena para la banda (que se emocionó hasta las lágrimas frente a un público eufórico a más no poder) y para los fans argentinos que fueron protagonistas de un concierto cuyas imágenes aún recorren el mundo entero. El 2011 los trajo de vuelta en el marco de su vigésimo aniversario, con libro, película y un espectáculo retrospectivo en su conjunto que desde el vamos prometía no defraudar.

Caía la tarde de un domingo como cualquiera, una brisa leve empujaba al sol tras nubes livianas, los brazos desnudos asomaban por cientos de las ventanillas de los autos atascados en la autopista Bs. As – La Plata. Las bocinas alternadas pretendían reanimar lo imposible. Cuando los autos lograron llegar a la bajada la noche recién se abría paso. La primera de las citas era con la legendaria banda punk The X envitada de los Pearl Jam a las 19: 45 cuando el 90 % del público aún se las ingeniaba para llegar a un imponente Estadio Único, en la cuidad de las diagonales.

La desacertada decisión de dividir el campo en tres partes complicada aún más el exceso; adentro el público como enjaulado maldecía contra las vallas, la injusta divergencia de precios por ubicaciones marcadas a penas por una línea de diferencia. Las plateas y populares colmadas se animaban con los movimientos y cantitos de un público 100% rocker que no entiende de corralitos y ubicaciones VIP. Entradas a precios exorbitantes para bolsillos flacos, ubicaciones privilegiadas que a nadie le interesan opacan la posibilidad de que muchas más personas puedan asistir a los conciertos de rock, al mismo tiempo que le quitan mística al clásico campo rocker que permite recorrerlo con libertad según las ganas y el aguante de cada uno y no según el precio de un ticket sobrevaluado

A las 21: 15 mientras miles de pasos apuraban el andar en busca de una ubicación la oscuridad del recinto despabiló la espera. Eddie Vedder enfundado en negro, con su clara y eterna mirada se aferro al micrófono y casi sin pestañar hipnotizó a casi 50.000 personas al entonar “RELEASE”. El primer tema de una track list cargada de clásicos, covers y la efervescente participación de un público incomparable que dio un show paralelo del otro lado del escenario frente la admiración de brasileros, chilenos y uruguayos que vinieron también a ver de que se trata eso del país más rockero del mundo.

Como cataras de himnos no tardaron en sonar Go, Corduroy, el emotivo Black, Jeremy, Given To Fly Even Flow, Alive; todos interpretados por Vedder emocionado, prolijo; esa voz entre dolorosa y encantadora. La misma que puede despertar poder y furia en temas como Do The Evolotion al mismo tiempo que emociona hasta las lágrimas en temas increíbles como Last Kiss o Better man. Un frotman tímidamente agradecido, que se preocupó por devolver tanto cariño indescifrable hablando (machete en mano) un bastante claro español como para sentirse parte de un ritual que lleva grabado en las retinas desde aquel 2005.

La banda sonó extremadamente potente y ajustada; riffs que golpeaban corazones y volaban cabezas. No faltaron los homenajes a Ramones de la mano de I Believe In Miracles y un middley con I wanna Be Your Boyfriend. . A propósito de la esperada llegada de Roger Waters enloquecieron a la multitud con una extraordinaria versión de Mother.

Antes de la medianoche y antecediendo los últimos tres temas las luces del estadio encandilaron las miradas que no se despegaron jamás del escenario. Rockin in the free Word sonando , palmas agitándose a más no poder, brazos siempre en alto, cuerpos exorcizando almas , emoción a flor de piel, cabezas sacudiéndose , mentes intensas , adrenalina corriendo por las venas como un último golpe de electroshock. Deseando que sea un tema eterno, que esa comunión indescriptible no termine nunca, sentirse libre, suspirar y creer hasta el final ese presagio tan verosímil de Friedrich Nietzsche; “sin música la vida sería un error”

Y después con el alma repleta seguir la luna llena, tomar aire, buscar la salida. Llegar al auto, micro, combi, tren sin equivocar calles peligrosamente numeradas. Olvidarse del cansancio y del lunes pisando los talones, dejarse llevar por la euforia de haber sido cómplice de un gran concierto de rock que sin dudas ya pasó al a historia.

www.tiempoderock.com.ar


No hay comentarios: