lunes, 30 de junio de 2008

ES VERDAD AUNQUE USTED NO LO CREA, THE REPLY


Jueves 4:30 . Cuidad de Quilmes; el frío calaba los huesos de las ciento de personas que buscaban un lugar en la fila.Bufandas, gorros, camperas y hasta alguna frazada ayudaban a combatir la intemperie.


La fila se extendía hasta doblar la esquina cuando por fin se abrió la puerta gris de chapa. Un hombre bajo de bigotes y chivita comenzó a tirar del talonario verde que sostenía su mano izquierda; el reloj marcaba las 8 mientras las nubes se desplazaban con pereza abriéndole paso al sol tibio de la mañana.


Anses no es nada más que un galpón gigante lleno de escritorios, carteles luminosos, computadoras obsoletas y polvo de años. Las caras de pocos amigos de los empleados terminan de darle un aspecto tétrico.


El murmullo se trepaba por las paredes hasta rebotar en el techo. Un olor nauseabundo penetraba mi nariz mientras los ojos se clavaban en una telaraña espesa. Detrás de un escritorio una mujer sesentona desparramaba el labial rojo en una taza de café al mismo tiempo que intentaba hacer funcionar una impresora, enfrente muchísimas personas esperaban ansiosas ser atendidas.


Eran las nueve y media cuando otras tres mujeres y un hombre regordete continuaban manoseando la misma impresora. El aparato no emitía sonidos y el tablero que indicaba el próximo turno permanecía inmóvil. La impaciencia se reflejaba en las miradas; en un costado una señora previsora sacó un tejido recién empezado de una bolsa blanca; dispuesta a pasar otra mañana de espera sin soluciones.

-Tren bala! Ja, suspiró Osvaldo. Porque mejor no compran maquinas nuevas para lugares como este.
Era un hombre mayor, tenía el pelo blanco, un par de anteojos de marco de carey y las manos ásperas de tanto trabajar.


Diez y media la impresora seguía sin andar y los empleados desaparecían detrás de ficheros gigantes. Un split colgado de la pared del fondo expandía un calor sofocante cuando un estruendo sobresaltó a todos. En hombre de campera azul se descompensaba y rodaba escaleras abajo.

-No lo toquen. Llamen al SAME, gritó un empleado con sentido común, mientras tanto alguien de seguridad le acercó un vaso de agua.
Cinco minutos después gritos de asombro desviaron las miradas. Osvaldo tenía la mitad del cuerpo en el suelo, con la mano derecha se agarraba de una baranda oxidada ; el miedo se había apoderado de su rostro. La silla que lo sostenía se había desfondado.

La impresora ahí llena de tierra parecía tomarse venganza de tantos golpes sin sentido. El hombre seguía tirado en la escalera, la gente entraba pero no salía, Osvaldo preguntaba si en algún momento lo iban a atender.
Entonces llegó la jefa del lugar. El pelo negro azabache le rozaba los hombros, los labios se abrieron dejando a la vista una dentadura grotescamente blanca. Se paró frente a toda la gente del sector C, puso su mejor cara y gritó:
- Les informo que no tenemos impresora ( como si en dos horas y media nadie se hubiera dado cuenta). Y no sabemos cuando vamos a tener. Cualquier cosita vuelvan la SEMANA QUE VIENE.
¿La semana que viene?Como si todos pudieran faltar a sus trabajos una vez por semana, como si la gente pudiera vivir sin cobrar la pensión o la jubilación una semana más, como si el tiempo no valiera nada. Así como si nada, la semana que viene.......la semana que viene dijo...que hija de puta.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

hijos de puta, eso es violencia, el labial y el olor a revista avon es un asco, empleados públicos lod odiamos!!

Anónimo dijo...

Muy buena descripción de lo que sucede en muchas oficinas públicas. Muchas veces la buracracia y la tomada de pelo despiertan los más profondos institnos asesinos. Saludos

p.d Mucha gente lee este blog pero no deja su comentario no lo abandones.