Estaba pensando si en este nuevo siglo estamos atravesando la era de la tecnología o de las telecomunicaciones, o el gran salto de la ciencia. Y no, todo me lleva a pensar que ésta es sin dudas la era de la imagen ( en todos los aspectos posibles).
Las modelos ganan más que los médicos, la gente vivie pegada a sus cámaras y/o teléfonos celulares, los chicos se pintan las uñas y se tiñen el pelo, las chicas van a la escuela más producidas que una novia de los 70' y la marca "SER" tiene más productos en el mercado que la mismísima Serenisima.
Hace años que, por una mala jugada de la genética que me compone, practico deportes. Cuando era chica hice desde kung fú hasta volley ball, ahora en el décimo quinto aniversario de mis 15 me arreglo con gimnasia; sí, si esas cosas feas que hacen todas las mujeres para mantener cada parte de su cuerpo donde corresponde.
Siempre preferí hacerlo en forma particular o en algún lugar más reducido para evitar la vorágine, el materialismo y sobre todo la música pedorra de los gimnasios. Pero hace 6 meses mi profesora me abandonó y no tuve otra chance que anotarme en uno para no tirar años de sacrificio.
Lo cierto es que ahora que tengo mucho más tiempo descargo tensiones entrenando en diferentes días y horarios. Juro que cada vez que me tengo que poner el jogging siento una voz interior que repite " quedate mirando los Simpson , quedate mirando los Simpson" ....pero el deber triunfa casi siempre y así parto con mi mochila Adidas y mi walkman pasado de moda.
Contra mi voluntad entro en ese lugar que nada tiene que ver conmigo; Reggeton a un volúmen extremo de fondo, los dueños de sofisticadas zapatillas o carísima ropa deportiva posando cual maniquies en vidrieras, murmullo constante, ruido a fierros y rubias taradas adictas al escalador.
A lo que quiero llegar es a la definición de la teoría del exceso. El esfuerzo desmedido, casi enfermizo por mantener " una imagen" se apoderó del 90% de la población. Esa idea de que el deporte es salud traspasó la barrera de la coherencia, hay personas que pasan sus días en un gimnasio que vuelven a sus casas de a ratos, que cuentan las calorías hasta del agua mineral que toman.
Yo no veo la hora de terminar la clase para huir y la mayoría está mirando los horarios para ver que sigue. Hay mamás que dejan a sus hijos en un rincón haciendo los deberes mientras ellas hacen pesas frente a un espejo (tengo la certeza de que los espejos de los gimnasios y los probadores tienen aumento, pero eso es otrooo teema)
Hagamos un calculo simple, si todas esas personas ejercitaran sus mentes la mitad de lo que lo hacen con su cuerpo nuestra sociedad sería totalmente diferente.Al final mi papá tenía razón : ¡¡¡Que mal que le hace Cormillot a la gente!!!
